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Padre Oscar Chavarría |
Jorge, es un hermano, amigo y compañero de la vida, que está pasando el momento más difícil de su vida, tiene un cáncer terminal de próstata. Al llegar a su casa, enmedio de la consternación de toda su familia, que parece un ejército, trece hijos, veinticuatro nietos, cinco biznietos y un tataranieto.
El pidió estar en el patio de su casa, que es techado, con todos ellos, mientras me acercaba, con todo el ejército detrás, al verme, alzó las manos y me dijo: P. Oscar, voy de viaje, todos sollozaban y lloraban.
Como íbamos a orar con el Sacramento de la Unción de Enfermos, andaba también con un parlantito y música cristiana católica, iniciamos la oración con Sáname, de Enmanuel.
Oramos con la Palabra de Dios en la Carta de Santiago (St 5, 15-16) el fundamento bíblico para el Sacramento de la Unción de los Enfermos. El autor de la carta, después de dar varios consejos relativos a la vida cristiana, da también una norma para los enfermos: "¿Hay alguno enfermo? Que llame a los ancianos de la Iglesia, que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración hecha con fe salvará al que no puede levantarse; el Señor hará que se levante; y si ha cometido pecados, se le perdonarán" Luego de orar, hicimos vida la Palabra de Dios, oramos, su esposa e los hijos se acercaron a pedirle perdón a su papá. Nos unimos en la Oración del Padrenuestro. Recibió la Santa Comunión, teniendo presente Jn 6,48-51: "Yo soy el pan de vida. Sus antepasados comieron el maná en el desierto, pero murieron: aquí tienen el pan que baja del cielo, para que lo coman y ya no mueran. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo" Al finalizar la oración, Jorgito me pidió el micrófono, de su Biblia, sacó un papelito, pues quería dar unas palabras. Respiró hondo y comenzó a decir: Señor, acabo de venir del médico y me ha dicho que tengo un cáncer avanzado. Me lo ha dicho sin compasión. Yo pensaba que eso nunca me podría ocurrir a mí. Yo creía que eso sólo le pasaba a los otros. Por eso, hoy me siento derrumbado. Me parece que no es cierto, que todo es mentira, que estoy soñando. Mi familia tampoco se lo puede creer. Yo, el hombre fuerte, que nunca tenía una gripe, ahora estoy destrozado por dentro y con los días contados. ¿Por qué, Señor? Señor, ¿es posible que tú quieras esto para mí? ¿Es posible que tú lo hayas dispuesto todo esto para mi bien? No te entiendo, pero quiero aceptar tu voluntad. Te ofrezco mi cuerpo y mi alma, te ofrezco mi vida con mi pasado y presente y los días que me queden. Te ofrezco mi familia y te pido que la cuides, cuando yo me vaya. Señor, prepárame para estar listo en el momento que tú me llames. Señor, no lo puedo comprender, pero acepto tu voluntad. Cuento contigo. Confío en Ti. Dame tu paz y bendice mi vida entera. Gracias por todas las alegrías que me has dado. Gracias por mi familia y mi fe en ti. Gracias por todo el bien que he podido hacer por los demás. Gracias, porque creo que mi vida no ha sido en vano y ahora, al atardecer de mi existencia, puedo decirte: Señor, yo te amo y yo confío en Ti. Señor, ayúdame a ser consciente
de mis propias limitaciones.
Que sea tan valiente que no me hunda
ante las inevitables dificultades de la vida.
Que sea tan humilde que llegue a descubrir
que sin Ti no soy nada ni valgo nada.
Haz, Señor, que, cuando el dolor llame a mi puerta,
no lo mire nunca como un castigo que Tú me envías,
sino como una oportunidad que me brindas
de poderte demostrar que te amo de verdad
y que soy consciente de que Tú me amas a pesar de todo.
Que el dolor, Señor,
me haga cada vez más maduro,
que me haga más comprensivo con los demás,
que me haga más amable y más humano.
Que, cuando venga el dolor,
lejos de rebelarme contra Ti,
sepa ofrecértelo y repartir amor y paz
a todos los que me rodean.
Te había pedido, Señor, fuerza para triunfar.
Tú me has dado flaqueza
para que aprenda a obedecer con humildad.
Te había pedido salud
para realizar grandes empresas.
Me has dado enfermedad
para hacer cosas mejores.
Deseé la riqueza para llegar a ser dichoso.
Me has dado pobreza para alcanzar sabiduría.
Quise tener poder
para ser apreciado de los hombres.
Me concediste debilidad
para que llegara a tener deseos de Ti.
Pedí una compañera para no vivir solo.
Me diste un corazón para que pudiera amar a todos los hombres.
Anhelaba cosas que pudieran alegrar mi vida y me diste vida
para que pudiera gozar de todas las cosas.
No tengo nada de lo que te he pedido,
pero he recibido todo lo que había esperado.
Porque, sin darme cuenta, mis plegarias han sido escuchadas
y yo soy, entre todos los hombres, el más rico. Amados míos, voy de viaje... pero con el corazón alegre y la dicha de tenerles hoy aquí , Dios me los bendiga y acompañe. Amén Imagínate el ambiente, las palabras de Jorgito, estremecían, luego hubo un gran silencio, inicié una oración de acción de gracias y concluimos con el Canto del Magníficat: Mi alma alaba al Señor, y con la bendición. Hay que estar preparado, consigo mismo, con su familia, con todos y con el Señor P. Oscar padreoscar@avemariatv.com |