domingo, 21 de marzo de 2010

Evangelio V Domingo de Cuaresma

V Domingo de Cuaresma

Hoy la Iglesia celebra : San Nicolás de Flüe, Santa María Francisca, Santa Benedetta Cambiagio Frassinello , San Agustín Zhao Rong, , Advocación Mariana: Nuestra Señora de Bruges

Lecturas

Evangelio según San Juan 8,1-11.
Jesús fue al monte de los Olivos.
Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.
Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos,
dijeron a Jesús: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?".
Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo.
Como insistían, se enderezó y les dijo: "El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra".
E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.
Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí,
e incorporándose, le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?".
Ella le respondió: "Nadie, Señor". "Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante".

Leer el comentario del Evangelio por
Juan Pablo II
Encíclica «Dives in Misericordia» § 7

«Tampoco yo te condeno»

La redención a través del misterio de la cruz de Cristo es la revelación última y definitiva de la santidad de Dios, que es la plenitud absoluta de la perfección: plenitud de la justicia y del amor, puesto que la justicia se basa en el amor, de él proviene y a él tiende. En la Pasión y muerte de Cristo, en el hecho de que el Padre «no perdonó a su propio Hijo» sino que «lo hizo pecado por nosotros» (Rm 8,32; 2C 5,21), se expresa la justicia absoluta, porque Cristo sufrió la Pasión y la cruz a causa de los pecados de la humanidad. Verdaderamente, hay ahí una sobreabundancia de justicia puesto que los pecados de los hombres quedan equilibrados a través del sacrificio del Hombre-Dios.

Sin embargo, esta justicia, que en sentido propio es justicia a la medida de Dios, nace enteramente del amor, del amor del Padre y del Hijo y alcanza su plenitud total en el amor dando frutos de salvación. La dimensión divina de la redención no se realiza tan sólo en el hecho de hacer justicia al pecado, sino en dar al amor la fuerza creadora gracias a la cual el hombre tiene de nuevo pleno acceso a la vida y a la santidad que viene de Dios. Así es que la redención trae en sí la revelación de la misericordia en su plenitud.

El misterio pascual constituye la cumbre de esta revelación y la expresión de la misericordia capaz de justificar al hombre, de restablecer la justicia como realización del orden salvífico que Dios quiso fuera realidad ya desde el inicio en el hombre y, a través del hombre, en el mundo.