jueves, 15 de julio de 2010

NO SOY DIOS PARA PERDONAR

Unos amigos tenían un problema familiar, por la falta de perdón, han buscado todos los medios para poder superar la dificultad, pero la peor dificultad es el NO QUERER perdonar, y así, aunque se ore, se hable, se busque, no habrá perdón.

Conversaba con la persona y se encerraba en una frase: YO NO SOY DIOS PARA PERDONAR. Y entonces le dije: "¿Quieres ser feliz un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz toda la vida? Perdona".
¿Crees en la Palabra de Dios?, por supuesto, me dijo, es lo único que creo y que hago. Perfecto le respondí, ven leamos la Palabra y qué te dice a tu vida y a lo que estás diciendo:

"Sopórtense unos a otros, y perdónense si alguno tiene una queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes". Colosenses 3:13

"Alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. Sean buenos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, como Dios los perdonó a ustedes en Cristo". Efesios 4: 31-32

"Y cuando estén orando, perdonen lo que tengan contra otro, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados". Marcos 11: 25

"Del vengativo se vengará el Señor; Dios llevará cuenta estricta de sus pecados. Perdona las ofensas a tu prójimo, y Dios perdonará tus pecados cuando se lo pidas. Si uno guarda rencor a su prójimo, ¿cómo querrá que Dios le dé a él la salud? No tiene compasión de un hombre igual a él, y ¿pide a Dios el perdón de sus pecados? Es un simple mortal y guarda rencor, ¿quién le obtendrá el perdón de sus pecados? Piensa en tu fin y ya no odies más, piensa en la muerte y cumple los mandamientos. Recuerda los mandamientos y no odies al prójimo, piensa en el pacto del Altísimo y perdona las faltas". Eclesiástico 28: 1-7

"Porque si ustedes perdonan a otros el mal que les han hecho, su Padre que está en el cielo los perdonará también a ustedes; pero si no perdonan a otros, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus pecados". Mateo 6: 14-15

"Entonces Pedro fue y preguntó a Jesús: Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano, si me hace algo malo? ¿Hasta siete? Jesús le contestó: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete". Mateo 18:21

"Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han hecho mal". Mateo 6: 12

Estaba nervioso y no sabía como responder y le invité.... Oremos juntos

Abre los ojos, la mente y el corazón, date cuenta que pocas veces somos ofendidos; muchas veces nos sentimos ofendidos. Perdonar es abandonar o eliminar un sentimiento adverso contra el hermano.
¿Quién sufre: el que odia o el que es odiado? El que es odiado vive feliz, generalmente, en su mundo. El que cultiva el rencor se parece a aquél que agarra un carbón ardiente o al que atiza una llama. Pareciera que la llama quemara al enemigo; pero no, se quema uno mismo. El resentimiento sólo destruye al resentido, que es lo que te está pasando a ti.
Mira tu vida y actitud, el amor propio es ciego y suicida: prefiere la satisfacción de la venganza al alivio del perdón. Pero es locura odiar: es como almacenar veneno en las entrañas. El rencoroso vive en una eterna agonía.
No hay en el mundo fruta más sabrosa que la sensación de descanso y alivio que se siente al perdonar, así como no hay fatiga más desagradable que la que produce el rencor. Vale la pena perdonar, aunque sea solo por interés, porque no hay terapia más liberadora que el perdón.
No es necesario pedir perdón o perdonar con palabras. Muchas veces basta un saludo, una mirada benevolente, una aproximación, una conversación. Son los mejores signos de perdón.
A veces sucede esto: la gente perdona y siente el perdón; pero después de un tiempo, renace la aversión. No asustarse. Una herida profunda necesita muchas curaciones. Vuelve a perdonar una y otra vez hasta que la herida quede curada por completo.

¿Quieres perdonar?... me quedó viendo fijo, se humedecieron sus ojos y dijo "SI" y en ese momento de di un folletito de. P. Ignacio Larrañaga sobre el perdón y lo invité a hacerlo.

1. Ponte en el espíritu de Jesús, en la fe. Asume sus sentimientos. Enfrenta (mentalmente) al "enemigo" mirándolo con los ojos de Jesús, sintiéndolo con los sentimientos de Jesús, abrazándolo con los brazos de Jesús, como si "fueras" Jesús.
Concentrado, en plena intimidad con el Señor Jesús (colocado el "enemigo" en el rincón de la memoria), di al Señor: "Jesús, entra dentro de mí. Toma posesión de mi ser. Calma mis hostilidades. Dame tu corazón pobre y humilde. Quiero sentir por ese "enemigo" lo que Tú sientes por él; lo que Tú sentías al morir por él. Puestos en alta fusión tus sentimientos con los míos, yo perdono (juntamente contigo), yo amo, yo abrazo a esa persona. Ella-Tú-Yo, una misma cosa. Yo-Tú-ella, una misma unidad".
Repetir estas o semejantes palabras durante unos treinta minutos.

2. Si comprendiéramos, no haría falta perdonar. Trae a la memoria al "enemigo" y aplícale las siguientes reflexiones:
Fuera de casos excepcionales, nadie actúa con mala intención. ¿No estarás tú atribuyendo a esa persona intenciones perversas que ella nunca las tuvo? Al final, ¿quién es el equivocado? Si él te hace sufrir, ¿ya pensaste cómo tú le harás sufrir a él? ¿Quién sabe si no dijo lo que te dijeron que dijo? ¿Quién sabe si lo dijo en otro tono o en otro contexto?
El parece orgulloso; no es orgullo, es timidez. Parece un tipo obstinado; no es obstinación, es un mecanismo de autoafirmación. Su conducta parece agresiva contigo; no es agresividad, es autodefensa, un modo de darse seguridad, no te está atacando, se está defendiendo. Y tú estás suponiendo perversidades en su corazón. ¿Quién es el injusto y el equivocado?
Ciertamente, él es difícil para ti; más difícil es para sí mismo. Con su modo de ser sufres tú, es verdad; más sufre él mismo. Si hay alguien interesado en este mundo en no ser así, no eres tú; es él mismo. Le gustaría agradar a todos; no puede. Le gustaría vivir en paz con todos; no puede. Le gustaría ser encantador; no puede. Si él hubiera escogido su modo de ser, sería la criatura más agradable del mundo. ¿Qué sentido tiene irritarse contra un modo de ser que él no escogió? ¿Tendrá él tanta culpa como tú presupones? En fin de cuentas, ¿no serás Tú, con tus suposiciones y repulsas, más injusto que él?. Si supiéramos comprender, no haría falta perdonar.

3. Se trata de un acto de dominio mental por el que desligamos la atención de la persona enemistada. Consiste, pues, en interrumpir ese vínculo de atención (por el que tu mente estaba ligada a esa persona) y quedarte tú desvinculado de él, y en paz.
No consiste, pues, en expulsar violentamente de la mente a esa persona, porque en ese caso se fijará más. Se trata de suspender por un momento la actividad mental, de hacer un vacío mental, y el "enemigo" desaparece. Volverá de nuevo. Suspende otra vez la actividad mental o desvía la atención hacia otra cosa.
Hay unos cuantos verbos populares que significan este perdón: desligar: se liga, se desliga la atención. Desprender: se prende, se desprende. Soltar: se te agarra (el recuerdo), suéltalo. Dejar. Olvidar.
Como se ve, no es un perdón propiamente tal, pero tiene sus efectos. Puede ser el primer paso, sobre todo cuando la herida es reciente.

Terminamos de conversar, oramos juntos y me fui. Hoy me llamó y solo me dijo: Gracias a Dios ya perdoné, me siento diferente... Ánimo pues y que el Señor te bendiga

P. Oscar