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Padre Oscar Chavarría |
Queridos Hermanos y Hermanas, te invito a prepararte para la Cuaresma, que inicia la Proxima Semana el Miércoles 9 de Marzo, haciendo vida el Mandamiento del Amor:
En mis visitas a las distintas Comunidades, me doy cuenta de que hay mucha gente entre nosotros que tiene gran respeto por la Biblia. Algunos se reúnen semanalmente en los Grupos, en las Pequeñas Comunidades y en las Celebraciones de la Palabra para leer la Biblia. Y me alegro de que amen este Libro Sagrado.
Pero también me doy cuenta de que hay personas entre nosotros, que son muy de la Biblia, y al mismo tiempo son capaces de despreciar y hablar mal del prójimo; personas que duermen en la noche con la Biblia al lado, pero por nada quieren saludar a su vecino, ni tampoco quieren prestar algún servicio a una persona necesitada, leen la Palabra pero no perdonan a quien les ha ofendido. Otros recorren pueblo tras pueblo para leer y enseñar la Palabra de Dios, pero se olvidan de cuidar a su madre enferma; se esfuerzan por vivir como ángeles la Biblia, pero se olvidan de ser «buena gente».
Queridos hermanos, debemos tener mucho cuidado con estas actitudes. Sí, debemos leer y meditar la Biblia, y debemos amar mucho este libro. Pero no debemos dejar a un lado lo más grande que nos enseña la Biblia: «el amor a Dios y el amor al prójimo».
En esta Carta les quiero hablar acerca de este tema central de la Biblia, quiero que leamos juntos las páginas más hermosas de este libro sagrado, pero también estoy consciente de que es el Mandamiento más difícil de cumplir. Unidos en la oración y el camino. P. Oscar
1. NO A LA HIPOCRESÍA
No basta conocer la Biblia de memoria; el demonio conoce la Biblia mejor que todos nosotros y era capaz de discutir con el mismo Jesús lanzándole textos bíblicos (Mt 4,1-11). Pero el demonio no ama y por eso está lejos de Dios. ¿De qué me sirve conocer la Biblia entera si no tengo amor? ¡De nada me sirve!
2. NO BASTA TENER FE, SIN TENER OBRAS DE AMOR «No olvides que también los demonios creen y, sin embargo, tiemblan delante de Dios» (Sant. 2,19). La fe sin el amor es una fe muerta. ¿No dijo el apóstol Pablo que «la fe se hace eficaz por el amor»? (Gal. 5,6)
3. NO BASTA DECIR: «SEÑOR, SEÑOR»
El que dice que ama a Dios y luego habla mal del prójimo es un mentiroso. Y el que no ama no conoce a Dios (1Jn 4, 20). Dice Jesús: «No todos los que dicen Señor, Señor, van a entrar en el reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad de mi Padre Celestial» (Mt. 7,21).
4. NO BASTAN LAS APARIENCIAS
No basta ser un hombre muy devoto y cumplir con las oraciones y pagar los diezmos... y luego criticar al otro que piensa distinto. Los fariseos de la Biblia eran hombres sumamente devotos, muy observantes de la ley y pagaban estrictamente los diezmos, pero no olvidemos que fueron precisamente estos hombres devotos los que hicieron sufrir mucho a Jesús y finalmente lo llevaron a la muerte en la cruz. (Mt 23,13-33)
5. «SI YO NO TENGO AMOR, YO NADA SOY»
Leamos juntos el cántico del amor que escribió San Pablo para los que buscaban en aquel tiempo los dones del Espíritu Santo. Aquellos cristianos que ansiaban el don de lenguas, el don de profecía, el don del profundo conocimiento, el don de la fe, pero, sin darse cuenta, muchos se olvidaron del camino más excelente para encontrarse con Dios: Si yo no tengo amor de nada me sirve estudiar la Biblia, de nada me sirve ir al templo y hacer largas oraciones y vigilias nocturnas. (1Cor 13,1-8). Dios es amor, y el que no ama no está en Dios (1Jn 4,7). ¡Lo más grande de nuestra fe cristiana y católica es el Amor!
6. EL QUE AMA A DIOS, AMA AL PRÓJIMO
Un día un maestro de la ley se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» Jesús le contestó: «El primer mandamiento es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama pues al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el primer mandamiento. Y el segundo es parecido, y es: Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo. No hay otro mandamiento más importante que éstos» (Mc 12, 28-31).
7. ¿POR QUÉ ES ÉSTE EL MANDAMIENTO MÁS GRANDE? Simplemente porque DIOS ES AMOR. El amor viene de Dios. Todo el que tiene amor es hijo de Dios y conoce a Dios. El que vive en el amor vive en Dios y Dios vive en él (1Jn 4,7-16). El amor de Dios consiste en esto: No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio por nuestros pecados (1Jn 4,10). La prueba más grande de amor nos la dio Jesucristo. El se entregó por amor a nosotros y derramó hasta la última gota de su sangre por nosotros. Ojalá que podamos comprender cada vez más «cuán ancho, largo, profundo y alto es el amor de Cristo. Que conozcamos este amor» (Ef 3,18-19), y que seamos imitadores de este amor.
8. NO SEAMOS MENTIROSOS
Pero si alguno dice: «Yo amo a Dios» y al mismo tiempo odia a su hermano al cual ve, tampoco puede amar a Dios, al cual no ve (1Jn 4,20). Si alguno dice que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. El que odia a su hermano vive y anda en la oscuridad, y no sabe a dónde va, porque la oscuridad lo ha vuelto ciego (1Jn 2,9-10). Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida, y lo sabemos porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama a su hermano, sigue muerto. Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que ningún asesino puede tener vida en su corazón (1Jn 3,14-15).
9. AMÉMONOS UNOS A OTROS
Algunos piensan que el amor al prójimo es solamente amar a sus amigos o sus hermanos, y que pueden «guardar rencor a su enemigo», como en el Antiguo Testamento (Lev 19,18). Pero Jesús nos dice otra cosa: «Tengan amor para sus enemigos, bendigan a los que les maldicen, hagan bien a los que les odian, oren por los que les insultan y les maltratan... Pues si ustedes aman solamente a los que les aman a ustedes, ¿qué premio van a recibir por eso? Hasta los pecadores hacen eso. Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué de bueno hacen?, pues hasta los que no conocen a Dios hacen eso» (Mt 5,44-47). Queridos hermanos, este amor al prójimo que Jesús nos pide no es nada fácil. Pero los que tratan de amar así, serán llamados hijos de Dios (Mt 5,45). El verdadero discípulo de Cristo debe ver en cada hombre a su hermano: «Bendigan a los que les maltratan. Pidan para ellos bendiciones y no maldiciones» (Rom 12,14). «Cada vez que podamos, hagamos bien a todos» (Gal 6,10). Si amamos de verdad, Dios mismo llena nuestro corazón con su amor (Rom 5,5), y este amor nos empuja a amar a todos los hombres, a no ofender al prójimo (Mt 5,21-30), a ser sinceros con todos (Mt 5,33-37), a renunciar a la venganza, a hacer el bien a todos (Mt 5,43-48), a no condenar a nadie (Mt 7,1), a amar con obras (Mt 7,12).
10. LA FE Y LAS OBRAS
Escuchemos lo que dice el apóstol Santiago: «Hermanos míos, ¿de qué sirve que alguien diga que tiene fe, si no hace nada bueno? ¿puede acaso salvarlo esa fe?. Supongamos que a algún hermano o hermana le faltan la ropa y la comida necesaria para el día, y que uno de ustedes le dice: 'Que te vaya bien; tápate del frío y come', pero no le da lo que necesita para el cuerpo; ¿de qué sirve eso? Así pasa con la fe, si no se demuestra con lo que la persona hace, la fe por sí sola es una cosa muerta». Pero tal vez alguien dirá: «Tú tienes fe, y yo hago bien. Muéstrame, pues, tu fe aparte del bien que haces, y yo te mostraré mi fe por medio del bien que hago. Tú tienes fe suficiente para creer que hay un solo Dios, y en esto haces bien; pero también los demonios creen eso, y tiemblan de miedo. Pero ¿no quieres reconocer que si la fe que uno tiene no se demuestra con el bien que hace, es una fe muerta?». (St 2,14-20)
11. JESUCRISTO JUZGARÁ NUESTRAS OBRAS Leemos en Mt 25,31-46: Aquel día el Hijo del hombre nos va a juzgar, no sobre nuestra fe, no nos juzgará sobre nuestros conocimientos bíblicos, no nos juzgará sobre nuestras vigilias en el templo, no nos juzgará sobre los diezmos... El Hijo del hombre se sentará en su trono y separará a los unos de los otros y a los que estarán a su derecha les dirá: «Vengan ustedes, los que han sido bendecidos de mi Padre, reciban el Reino que está preparado para ustedes, pues tuve hambre y ustedes me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; anduve como forastero y me dieron alojamiento... En verdad les digo que cualquier cosa que hicieron por uno de estos mis hermanos, por humilde que sea, a mí me lo hicieron». Queridos hermanos de la Parroquia San Pedro Apóstol de Villa Sandino, de las Comunidades del Campo y de la Ciudad, a los Grupos y Ministerios, Hermanos de Ave Maria TV, en Facebook, Twitter; Jesucristo se identifica con los pobres, los marginados, los enfermos, los encarcelados de nuestro tiempo. Ahí encontramos el rostro de Cristo, y ¿cuántas veces hemos despreciado este rostro? Y cuando dejamos de hacer el bien con uno de estos más pequeños, también con Jesús dejamos de hacerlo. Meditando estos textos sobre el mandamiento más importante de la Biblia, muchas veces pienso que nosotros los cristianos debemos sentirnos avergonzados, puesto que con nuestras discusiones sobre religión y nuestras divisiones somos un escándalo para todo el mundo y faltamos gravemente al mandamiento del amor. A veces me da la impresión de que hasta ahora no hemos hecho nada y que debemos aprender de nuevo a ser obedientes a la voz de Cristo: «Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo, ustedes deben amarse también los unos a los otros» (Jn 13,34). No nos desanimemos, pero comencemos ahora con la práctica del amor, el amor verdadero a Dios y al prójimo, en nuestra vida personal, comunitaria, en nuestra casa, con los vecinos y en la Iglesia
12. LA VIDA CRISTIANA: EL AMOR
Para terminar, hermanos, leamos juntos el cántico del amor que escribió San Pablo para los Cristianos que vivían en Comunidad y no se amaban: Que el amor sea sincero. Aborrezcan el mal y procuren todo lo bueno. Que entre ustedes el amor fraterno sea verdadero cariño, y adelántense al otro en el respeto mutuo. Sean diligentes, y no flojos. Sean fervorosos en el Espíritu y sirvan al señor. Tengan esperanza y sean alegres. Sean pacientes en las pruebas y oren sin cesar. Compartan con los hermanos necesitados, y sepan acoger a los que estén de paso. Bendigan a quienes los persigan: bendigan y no maldigan. Alégrense con los que están alegres, lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros. No busquen grandezas y vayan a lo humilde; no se tengan por sabios. No devuelvan a nadie mal por mal, y que todos puedan apreciar sus buenas disposiciones. Hagan todo lo posible para vivir en paz con todos. Hermanos, no se tomen la justicia por su cuenta, dejen que sea Dios quien castigue, como dice la Escritura: Mía es la venganza, yo daré lo que se merece, dice el Señor. Y añade: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber: éstas serán otras tantas brasas sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal, más bien derrota al mal con el bien. (Rom 12,9-21) Tomemos el compromiso de vivir el Mandamiento de Jesús: "Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos, si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre. Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre. Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando" (Jn 15,12-17) |