viernes, 6 de mayo de 2011

YO NO SOY MOTO, LA VIRGEN ES MI MAMA

Por Pbro. Oscar Chavarría - Amanecí Resucitado y dichoso, en Cristo Jesús mi Señor y con María mi Madre, en este mes de Mayo, mes de la Virgen de Cuapa, de la Virgen de Fátima, de María Auxiliadora...

Y leyendo un día de estos, me encontré con estos dos bello textos de Martin Lutero sobre María:

Ella es la mujer más encumbrada y la joya mas más noble de la cristiandad. Después de Cristo...ella es la nobleza; la sabiduría y santidad personificadas. nunca podremos honrarla lo suficiente." (Sermón, Navidad de 1531). "Ninguna mujer es como tú. Tú eres más que Eva o Sara, bendita sobre toda la nobleza sabiduría y santidad." (Sermón, fiesta de la Visitación, 1537)



En una de las Comunidades campesinas, se me acercó una niño de unos doce años y me dice, verdad que "Yo no soy moto, y la Virgen es mi mama". (En Nicaragua a los huérfanos se les llama moto)

 Como Cristianos Católicos, tenemos un regalo especial de parte de Jesucristo que quiso dejarnos a su Madre Santísima como Madre Nuestra. El Evangelio de Juan nos dice sobre eso lo siguiente: "Jesús, viendo a su Madre y junto a ella al Discípulo a quien amaba, dice a su Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al Discípulo: «Ahí tienes a tu Madre.» Y desde aquella hora el Discípulo la acogió en su casa." Jn 19,26-27 


Si lees atentamente el pasaje anterior notarás que Jesucristo dice a su Discípulo: "Ahí tienes a tu Madre". No es a cualquier persona sino al "Discípulo" al que le dijo esas palabras. Es el auténtico Discípulo de Cristo quien al igual que el apóstol Juan hoy acepta a María como "Madre".


En Juan encontramos el modelo de todo Discípulo que acepta este regalo de Jesús. En la Cruz, en esos últimos momentos, cuando Él sabe que va a partir, es cuando Nuestro Señor delante de todos deja como testamento espiritual para todo Discípulo cristiano un regalo especial: "Ahí tienes a tu Madre". Bendita seas María, Madre de la Iglesia, Madre mía y Madre nuestra.


Un momento después notamos la actitud del Discípulo. Juan, sin vacilar, escribe lo que ese día él mismo había hecho: "El Discípulo se la llevó a su casa". Como no recordarlo y ponerlo dentro de la Buena Nueva que estaba escribiendo en su Evangelios. El mismo lo dijo: "Este es el Discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero". Jn 21,24


Es por eso que hoy, igual que ese día, el verdadero Discípulo de Cristo hace lo mismo que Juan, se "lleva a María a su casa". Bendita seas Madre santa, porque podemos tener la misma alegría de Juan de poder llevarte y tenerte en nuestra casa. Además, si la Biblia enseña que hay que "honra a tu Padre y a tu Madre" Lc 18,20  Eso es lo que seguramente hizo Juan y nos puso con ello el ejemplo de Honrar a María. 


El Beato Juan Pablo II, expresa este camino: "Con la Maternidad Divina, María abrió plenamente su corazón a Cristo y, en él, a toda la humanidad. La entrega total de María a la obra de su Hijo se manifiesta sobre todo, en la participación en su Sacrificio. Según el testimonio de San Juan, la Madre de Jesús «estaba junto a la cruz» (Jn 19, 25). Por consiguiente, se unió a todos los sufrimientos que afligían a Jesús. Participó en la ofrenda generosa del sacrificio por la salvación de la humanidad.


Esta unión con el Sacrificio de Cristo dio origen en María a una nueva maternidad. Ella que sufrió por todos los hombres, se convirtió en Madre de todos los hombres. Jesús mismo proclamó esta nueva maternidad cuando le dijo desde la cruz: «Mujer, he ahí a tu hijo» (Jn 19, 26). Así quedó María constituida Madre del Discípulo amado y, en la intención de Jesús, Madre de todos los discípulos, de todos los cristianos.


Esta Maternidad universal de María, destinada a promover la vida según el Espíritu, es un don supremo de Cristo crucificado a la humanidad. Al Discípulo amado le dijo Jesús: «He ahí a tu Madre» , y desde aquella hora «la acogió en su casa» (Jn 19, 27), o mejor, «entre sus bienes», entre los dones preciosos que le dejó el Maestro Crucificado.


Las Palabras «He ahí a tu Madre» están dirigidas a cada uno de nosotros. Nos invitan a amar a María como Cristo la amó, a recibirla como Madre en nuestra vida, a dejarnos guiar por ella en los caminos del Espíritu Santo. (Juan Pablo II, María Madre de Dios y Madre Nuestra, Catequesis en la Audiencia General del 29 de abril de 1998).


Gracias Señor, por el regalo de mi Madre la Virgen María, y con el corazón Resucitado y agradecido, Gracias María, Madre te expreso como Bernardo en Cuapa: Santísima Virgen, vos sos mi Madre, la Madre de todos nosotros los pecadores.


P. Oscar
padreoscar@avemariatv.com