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Pbro. Oscar Chavarría |
Estaba preparando una enseñanza sobre la Fracción del Pan, y llegó don Eulalio, Responsable de una Comunidad, ¿Qué hace?... Ah, estoy escribiendo sobre la Fracción del Pan. Y me dijo: Mire, si Jesús fuera sido campesino, a lo mejor hubiera partido una tortilla… ¿verdad?... Y con él preparé estas palabras
En la Iglesia primitiva se conocía la Eucaristía con la expresión «Fracción del Pan». Lucas dice de los primeros cristianos de Jerusalén: Todos los días acudían juntos al templo, partían el pan en las casas y comían juntos con alegría y sencillez de corazón» (Hch 2,46).
La Fracción del Pan recuerda a los cristianos que Jesús, en la Última Cena y sentado a la mesa con los discípulos de Emaús, había partido el pan y le reconocen. (Lc 24,31-35). Cuando el Sacerdote parte el pan, los fieles tienen ante sus ojos la muerte de Jesús, la muerte en la que Jesús, por amor, se parte por ellos y está hoy Vivo y Resucitado.
La Fracción del Pan representa la culminación del amor de Jesús en su entrega en la cruz. Pero también remite a todos los encuentros de Jesús Resucitado con los hombres, en los que se presenta ante ellos como Salvador y Liberador, encuentros en los que compartió con ellos su tiempo, su fuerza y su amor.
En la Fracción del Pan se pone de manifiesto que Jesús no vivió para sí mismo, sino que durante toda su existencia se partió por nosotros para hacemos partícipes de sí mismo y de su amor. Jesús es esencialmente un «ser-para...», una «existencia-en-favor-de...».
En la Fracción de Pan expresamos nuestro anhelo más profundo de que ahí haya alguien totalmente en favor nuestro, hasta el punto de que intercede por nosotros incluso en la muerte, y nos ama.
Cuando Partían el Pan, los cristianos también pensaban en el relato de la multiplicación de los panes que narran todos los Evangelios. Entonces, Jesús tomó el pan y pronunció la bendición; encontramos aquí la misma estructura que tiene la Eucaristía. En Marcos leemos: «Tomó los siete panes, dio gracias, los partió y se los entregó a sus discípulos para que los repartieran» (Mc 8,6). La Fracción del Pan tiene que ver con el compartir. Los discípulos tienen que compartir su pan con la multitud de oyentes que estaba allí. Compartir es una imagen importante de la celebración de la Eucaristía. La Eucaristía no es simplemente invitación a compartir con otras personas lo que tenemos, a dar de nuestro pan a los hambrientos. La Eucaristía es ya en sí misma la celebración del compartir. Compartimos unos con otros nuestro tiempo, el mismo espacio. Cuando asistimos a la celebración en común, cuando participamos en los cantos y en las oraciones, cuando nos comprometemos con las personas que participan con nosotros de la misma comida, estamos compartiendo con ellos nuestra vida, nuestros deseos y aspiraciones, nuestros sentimientos y necesidades, nuestros temores y esperanzas. Cuando, en la Eucaristía, compartimos nuestra vida unos con otros, estamos creando espacios para la comunidad, para la hospitalidad. Nace entonces la solidaridad, el calor, la preocupación de unos por otros. «Compartir es curar». Al compartir, se cura un pedacito de nuestro egoísmo e individualismo. El pan que com-partimos, que partimos unos con otros, nos regala la esperanza de que lo que hay en nosotros de roto y quebrado también va a ser curado. Los fragmentos en que se ha dividido nuestra vida vuelven a juntarse de nuevo. La Fracción del Pan es, al mismo tiempo, una invitación a abrirnos unos a otros, a romper nuestra coraza emocional y a permitimos mutuamente abrir las puertas de nuestros corazones.
HACERSE PAN
Puede que sea bonito pero no es fácil HACERSE PAN.
Significa que ya no puedes vivir solo para ti, sino también para los demás.
Significa que ya no puedes poseer nada, ni las cosas, ni el tiempo, ni los talentos, ni libertad como algo exclusivo. Todo lo tuyo, no es ya solo tuyo, es también de y para los demás.
Significa que tenemos que estar, enteramente disponibles a tiempo completo. Ya no puedes protestar de cualquier modo, por cualquier cosa. No puedes refunfuñar si te requieren, te molestan o te llaman a cualquier hora, o para cualquier cosa.
Significa que debes tener paciencia y mansedumbre… Como el PAN que se deja amasar, cocer y partir
Significa que debes ser humilde como el PAN, que no figura en los platos exquisitos; pero que siempre está ahí siempre para acompañar
Significa que debes cultivar la ternura
y la bondad, porque así es el pan: Tierno y bueno
Significa que debes estar dispuesta siempre al sacrificio,
como el PAN que se deja triturar
Significa que debes vivir siempre en el amor más grande, capaz de morir para dar vida, como el PAN
Déjate triturar por los que están a tu lado, déjate amasar ... por los trabajos y los servicio a favor de los hermanos
Déjate cocer por el fuego del amor y del Espíritu Así podrás darte a los que te necesitan Ayúdanos Señor a ser PAN para los demás, como Tú.
Recuerda, hacerte PAN cada día. El Señor Resucitado y Vivo te acompañe. P. Oscar padreoscar@avemariatv.com |