Ahora que estoy enfermo, he experimentado el amor de Cristo con mi familia, amigos y bienhechores. Y cuando han orado por mi, he recibido paz y alegría, experimentando en mi interior la realidad de un Jesús vivo que es el mismo siempre y que ahora hace por ministerio de la Iglesia todo lo que aparece en el Evangelio.
En cada oración, en cada llamada… recibo ciertamente una anestesia divina, recibo un gran alivio y alabo al Señor, siento una corriente de amor del Señor por medio de cada uno y es que la fuente de la sanación es el amor. Algo bonito y diferente, que he vivido, ha sido la oración por el médico, para que descubra la causa de la enfermedad y acierte en el tratamiento. El Señor es el autor del hombre, de la Ciencia y de las medicinas. Cuando Él lo quiere, da su respuesta a través de estos medios naturales que deben ser tenidos por todos en alto aprecio. Estando enfermo, he tenido que hablar con otros enfermos, y veo la necesidad de discernir y buscar también la sanación interior. Puesto que muchas de las enfermedades son psicosomáticas, de ahí la necesidad de orar primero por la sanación interior y dejar la física para el segundo lugar. También aparecen resentimientos y faltas de perdón y que a causa de esto no es escuchada la oración de sanación. Por ello es necesario, pedir al Señor su amor para con Él poder perdonar y suprimir así el obstáculo. Me he dado cuenta, por otra parte que he de liberarme de hábitos nocivos, en las bebidas (Coca Cola, café…) comidas (chanchito frito, comidas condimentadas y fritas, dulces) y hábitos (exceso de trabajo)… aunque me cuesta admitirlo, he de pedírselo al Señor en una oración humilde, unida al deseo sincero de corregirme y tomar para ello las medidas de una santa dieta. Frente a mi voluntad débil e inconstante tengo el poder del Espíritu. Todos me lo dicen y si es cierto he de tener una mejor visión para organizar mejor la vida y tener así mejor salud, difícil reconocer que la causa de malestares y aún enfermedades es la falta de organización y orden en el desenvolvimiento de mis ocupaciones y de la debida distribución del tiempo y a veces entregado a un activismo exagerado. Y a veces se me olvida que a Dios le agrada el trabajo y pero también el descanso. Me decía una enfermera: Somos seres racionales y el Señor quiere que obremos como tales. Él nos da su luz para ver con claridad: si se la pedimos con humildad y con confianza de hijos. Las preocupaciones, los problemas personales, sociales, eclesiales, me ponen tenso y terminan por afectar la salud. De ahí la necesidad de buscar la paz y la fuerza del Señor para llevar la cruz con tranquilidad. Y por supuesto la mejor medicina es la oración, que consigue esta gracia y sana indirectamente. Aprendo que al orar "lanzo mis preocupaciones en el Corazón amorosísimo del Señor y Él me reconforta". Entiendo entonces el valor de la Palabra de Dios cuando dice: "Encomienda tu camino al Señor, confía en Él y Él actuará" (Salmo 36,6). "Confiad al Señor todas vuestras preocupaciones, pues Él cuida de vosotros" (1 Pe 5,7). "Por eso os digo: no andéis preocupados por vuestra vida" (Mt 6,25). Por otra parte estoy consciente que el fruto de la oración no es la curación total e inmediata, sino el comienzo de una recuperación que avanzará en la medida en que persevere en la oración. Esta mejoría, más o menos apreciable, es la primera respuesta del Señor y encierra una invitación a perseverar en la oración. Se que la paciencia y la fidelidad en la oración son necesarios, debo creer en el amor y en el poder del Señor, pero también en su sabiduría que conoce qué es lo que más conviene a su Gloria y a aceptar en mi vida su santa voluntad. Él es el Señor y yo su siervo. Al orar, en mi enfermedad, me entrego con humildad y confianza a la acción del Espíritu y debo dejar que Él actúe como quiera. Me corresponde solamente orar. El resultado depende del Señor. Suyo es el Reino, suyo el Poder y la Gloria. Ah, también le voy pidiendo al Señor el fortalecimiento mental y físico, pidiendo que el Señor recorra cada parte de mi organismo, la reanime, la fortalezca y la sane si está enferma. Y recito la oración del P. Thomas Matew: Tócame Señor, Sáname Señor. Concluyo mi oración diciendo: ORACION DEL ENFERMO Señor Jesús, Creo que estas Vivo y Resucitado. Creo que esta realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar y en cada uno de los que en ti creen. Te alabo y te adoro, te doy gracias, Señor por venir hasta mi como Pan Vivo bajado del cielo. Tu eres la plenitud de la nada, tu eres la Resurrección y la Vida, tu eres Señor, la salud de los enfermos. Hoy quiero presentarte todas mis enfermedades, porque Tu eres el mismo ayer, hoy siempre y Tu mismo alcanzas hasta donde estoy. Tu eres el eterno presente y Tu me conoces. Ahora Señor, te pido que tengas compasión de mi. Visítame a través de Tu Evangelio para que todos reconozcan que tu estas vivo en tu Iglesia hoy, y que se renueve mi fe y la confianza en ti, te lo suplico Jesús. Ten compasión de mis sufrimientos físicos, de mis heridas emocionales y de cualquier enfermedad del alma. Ten compasión de mi señor, bendíceme y haz que vuelva a encontrar la salud. Que mi fe crezca y me abra a las maravillas de tu amor, para que también sea testigo de tu poder y de tu compasión te lo pido Jesús. Por el poder de tus Santas Llagas por tu Santa Cruz y por tu Preciosa Sangre. Sáname Señor, sana mi cuerpo, sana mi corazón, sana mi alma. Dame vida y vida en abundancia, te lo pido por intercesión de María Santísima, tu Madre, la Virgen de los Dolores, la que estaba presente, de pie, cerca de la cruz, la que fue la primera en contemplar tus santas llagas y que nos diste por Madre. Tu me has revelado que ya has tomado sobre ti todas nuestras dolencias y por tus llagas hemos sido curados. Hoy Señor, te presento en la fe todas mis enfermedades y te pido que me sanes completamente. Te pido por la Gloria del Padre del cielo, que también sanes a los enfermos de mi familia y mis amigos. Haz que crezcan en la fe, en la esperanza y que reciban la salud para Gloria de tu Nombre, para que tu Reino siga extendiéndose más y más en los corazones, a través de los signos y prodigios de tu amor. Todo esto te lo pido Jesús, porque Tu eres Jesús, Tu eres el Pastor y todos somos ovejas de tu rebaño. Estoy tan seguro de tu amor que aun antes de conocer el resultado de mi oración en fe te digo, gracias Jesús, por lo que tu vas a hacer en mi y en cada uno de ellos. Gracias por las enfermedades que tu estas sanando ahora, gracias por que me estas visitando con tu Misericordia. Amén P. Oscarpadreoscar@avemariatv.com |