sábado, 30 de octubre de 2010

ENCOCADO, CON GUABUL Y RONDÓN

 La Parroquia San Rafael Arcángel, en Waspán, Río Coco, realiza anualmente un encuentro con la Familia de todo un día. Para ese fin el P. Floriano Vargas, me invitó a compartir esa experiencia.
  
      Salí de Managua hacia Waspán en Avioneta Cesna de 12 pasajeros. Llegó retrasada por mal tiempo, salí a medio día en Managua no llovía, a unos cinco minutos del despegue, si comenzó a llover con fuerza, todo se movía de arriba hacia abajo y de un lado al otro. Pasó la lluvia y siguió el vuelo con normalidad, hasta me dormí y soñaba que estaba en el cielo, luego del vuelo de esta Pipilacha, y llegué bien a Waspán.
 
        En este lugar se habla Misquito, es una lengua indígena propia de esta zona. Los hermanos encargados son el P. Floriano es el primer sacerdote Misquito ordenado y el P. Elvis un joven misquito.  Waspán está asentado en las riberas del Río Coco, frontera con Honduras, los hermanos atienden 91 Comunidades deseminadas en 600 km de territorio, todo misquito.
 
        Me dieron a probar una bebida llamada "guabul", que está hecha de plátano maduro con leche de coco, probé "rondón de pescado", que lo hacen con pescado, agua de coco, banano, yuca, cebolla, chiltoma, pimienta y apio. En la cena probé gallo pinto con coco, y queque de yuca, la hacen rayada con coco, azúcar y canela. Sabe rico y me siento encocado.
 
        Ando como perdido, todos hablan Misquito, el español lo hablan también, pero tengo que hablar pausado y sencillo. Al encuentro, se invita con una carta personalizada a cada pareja de la ciudad, se tiene un día de oración y se concluye con una Fiesta con alegría y comida para todos, ahorita están sacrificando la res que mañana comeremos. es todo un acontecimiento, el ir y venir de personas es bonito, los cantos alegres y en misquito, los rostros indígenas característicos, el clima lluvioso y húmedo, las casas en su mayoría son de madera y están suspendidas en tambos por el agua.
 
        Vamos a compartir una enseñanza de la familia a partir de un cuento: EL MATRIMONIO - EL GRAN ARBOL
En el centro de un gran bosque había un gran árbol, un magnífico árbol los que lo veían. A su sombra se sentaban a descansar los caminantes y sus ramas los pájaros construían sus nidos.
 
Pero un día las ramas dijeron:
- ¿Ven lo importante que somos? Causamos la admiración de todos los que nos ven y los pájaros están muy contentos de vivir con nosotras... Además, ¡qué colorido tan maravilloso tie­nen nuestras hojas! ¿Qué tenemos nosotras que ver con ese sucio y gordo tronco, tan feo y horrible, y cuánto menos con esas apestantes raíces que están todo el día bajo tierra? Y de­cidieron que desde aquel día vivirían solas sin necesitar de nadie.
 
El tronco por su lado dijo:
- ¿Qué sería del árbol sin mí. Soy quien sustenta a las ramas y doy vigor a todo el árbol. Si yo no estuviese aquí las ramas no tendrían fundamento ni savia que les dieses colorido y vida... Soy, ciertamente, el más fuerte e importante.
 
- Nosotras sí que somos bien importantes, dijeron las raíces. El árbol no podría subsistir sin nosotras que absorbemos de la tierra la sustancia con la que producimos el alimento que sus­tenta al tronco y a las hojas. Por eso, no tenemos nada que ver con ese tronco tan antipático y gordo, y menos con esas ramas tan creídas. Desde hoy nos alimentaremos nosotras solas y no daremos nuestra savia a nadie. Y así hicieron.
 
El gran árbol comenzó a secarse. Las hojas se cayeron y el tronco se quedó sin una gota de savia. Las raíces estaban más tristes que nunca. Los pájaros abandonaron los nidos cons­truidos en las ramas y la gente, que pasaba por el bosque, ya no se sentaba a tomar la sombra... Todo el bosque estaba muy triste porque el gran árbol se estaba muriendo.
Pero poco a poco las raíces, las ramas y el tronco se dieron cuenta de que no podían vivir separados, que estaban hechos unos para otros y que la importancia no era de cada uno, sino del árbol que todos formaban... 
 
Así que las raíces dejaron de guardarse la savia sólo para ellas y se la dieron al tronco. Este, al principio, se negaba á participar, pero al fin también colaboró. Las ramas se alegraron al recibir la primera gota de savia y pidieron perdón al tronco y a las raíces por haberlos despreciado.
 
Todo volvió a ser como antes. Los pájaros siguieron anidando en las ramas y la gente sigue tomando la sombra bajo su copa. El árboles ya está de nuevo feliz y el bosque se alegra con él.
 
¿Y tu Matrimonio, a qué se asemeja a este cuento?
 
        A continuación oramos y compartimos Ef 5,28 - 33: "Así deben también los maridos amar a sus esposas como aman a sus propios cuerpos: amar a la esposa, es amarse a sí mismo. Y nadie aborrece su cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida. Y eso es justamente lo que Cristo hace por la Iglesia, pues nosotros somos parte de su cuerpo. La Escritura dice: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa, y los dos no formarán sino un solo ser. Es éste un misterio muy grande, pues lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En cuanto a ustedes, cada uno ame a su esposa como a sí mismo, y la mujer, a su vez, respete a su marido"
 
       Linda experiencia, todos compartieron, hablaron y quedamos con el compromiso de orar en familia y venir con su pareja a la Iglesia.
 
Bendiciones. P. Oscar
padreoscar@avemariatv.com