"DECÁLOGO DE LA VIDA", tan sencillo como hermoso. Diez mandatos, diez anhelos, diez deseos que nos brotan de lo más profundo de nuestro ser. Primero, "amar la vida", que se nos ha dado por amor y en el amor. Amarla cada día con pasión, amar la propia vida y la vida de los demás. Como el precepto bíblico, encierra en sí todo el decálogo. Segundo, "admirar". El amor, antes que a cumplir, nos invita a admirar, a dejarnos envolver y sorprender por la vida, a contemplarla en su misterio y a sentir las ganas y el gozo de vivir, y a gritar muy fuerte: ¡vivir, qué maravilla y qué enigma!
Tercero, "agradecer". El amor desencadena el agradecimiento. Agradecer el gran regalo recibido, el don insustituible e irrepetible. Porque nadie verá jamás el mundo con mis ojos, ni acariciará con mis manos, ni rezará con mis labios, ni amará con mi corazón. Cuarto, "respetar". El amor implica respeto, un respeto sagrado, porque la vida humana es sagrada. Sin respeto a la vida no hay paz, ni pacífica convivencia. Quinto, "proteger". Porque la vida humana está rodeada de peligros, porque es muy vulnerable, porque los hombres somos seres capaces de ser heridos y de herir: violencia, destrucción y muerte la amenazan. Proteger y defender la vida de los débiles y de los más pobres. Sexto, "cuidar". De todo y de todos. Todo es bueno: animales, plantas, firmamento, estrellas, mares... todo tiene valor en sí mismo. Cuidar la salud y la vida, y luchar contra todo lo que la disminuye, estorba y debilita. Séptimo, "curar". Curar las heridas, la enfermedad y el sufrimiento, y acompañar a los heridos, a cuantos sufren, malviven o mueren. Octavo, "entregar". Dar la vida, partirla, compartirla y repartirla cada día. Es el signo del más grande amor, de la solidaridad sin límites. Noveno, "educar en el valor de la vida". Suscitar el sentido y la alegría de vivir, el aprecio por los valores humanos, el respeto por la dignidad de toda vida. Construir junto con todos los hombres de buena voluntad la verdadera "cultura de la vida". Décimo, "celebrar". La vida es siempre culto, manifestación de alabanza, porque toda vida humana es un prodigio de amor. Celebrar la vida es amar, admirar y celebrar al Dios de la vida. Y es también cultivar una mirada contemplativa ante la naturaleza. Precioso Decálogo para este día del amor y de la amistad. Bendiciones y Felicidades P. Oscar |