domingo, 22 de mayo de 2011

Comentario del Evangelio por el Beato Juan Pablo II Encíclica "Dives in misericordia"

"Quien me ve a mí, ve al Padre"

Dios, que «habita una luz inaccesible» (1 Tm 6,16), habla a la vez al hombre con el lenguaje de todo el cosmos: «en efecto, desde la creación del mundo, lo invisible de Dios, su eterno poder y divinidad, son conocidos mediante las obras» (Rm 1,20). Este conocimiento indirecto e imperfecto... no es aún «visión del Padre». «A Dios nadie lo ha visto», escribe San Juan para dar mayor relieve a la verdad, según la cual «precisamente el Hijo unigénito que está en el seno del Padre, ése le ha dado a conocer» (Jn 1,18).
Esta revelación manifiesta a Dios en el insondable misterio de su ser —uno y trino— rodeado de «luz inaccesible». No obstante, mediante esta revelación de Cristo conocemos a Dios, sobre todo en su relación de amor hacia el hombre: en su «filantropía» (cf Tt 3,4). Es justamente ahí donde «sus perfecciones invisibles» se hacen de modo especial «visibles», incomparablemente más visibles que a través de todas las demás «obras realizadas por él»: tales perfecciones se hacen visibles en Cristo y por Cristo, a través de sus acciones y palabras y, finalmente, mediante su muerte en la cruz y su resurrección. De este modo en Cristo y por Cristo, se hace también particularmente visible Dios en su misericordia.