Un Responsable de una Comunidad Campesina, se acercó a mí y me compartía los sufrimientos que un cristiano tiene que vivir, para ser discípulo y misionero. Y me decía, mire !estoy por tirar la toalla! (expresión popular del que piensa dejar el camino) y me pidió que le mostrara en la Palabra como enfrentar el sufrimiento, pues él estaba pasando momentos difíciles... me agarró fuera de sitio. Y entonces le dije: mirá anda hacé los mandados al pueblo y por la tarde vienes y compartimos. Con gusto, me respondió. Ah y si es posible démelo por escrito.
A esa hora, me fui a buscar la Biblia, invoqué al Espíritu Santo, me senté en la Capilla del Santísimo y me encontré con viviencias de San Pablo y un Salmo, que calaron profundamente mi vida y oración y ahora quiero que ores conmigo y con tu situación:
En toda Comunidad, grupo, pueblo tendrás ataques personales: "Por eso acepto con gusto lo que me toca sufrir por Cristo: enfermedades, humillaciones, necesidades, persecuciones y angustias. Pues si me siento débil, entonces es cuando soy fuerte." (2Cor 12,10)
Si quieres servir, en el camino encontrarás tropiezos, y cuando no se está firme en la fe, fácilmente uno se aparta, mira lo que es sufrir por el Señor: "¿Son hebreos? También yo lo soy. ¿Son israelitas? También yo. ¿Son descendientes de Abrahán? También yo. ¿Son ministros de Cristo? Empiezo a hablar como un loco: yo lo soy más que ellos. Más por mis numerosas fatigas, más por el tiempo pasado en cárcel, mucho más por los golpes recibidos, y muchas veces me encontré en peligro de muerte. Cinco veces fui condenado por los judíos a los treinta y nueve azotes; tres veces fui apaleado; una vez fui apedreado; tres veces naufragué; y una vez pasé un día y una noche perdido en alta mar. Viajes frecuentes; peligrosos de ríos; peligros de bandidos; peligros por parte de mis compatriotas; peligros por parte de los paganos; peligros en la ciudad; peligros en lugares despoblados; peligros en el mar; peligros entre falsos hermanos. Trabajos y agotamiento, con noches sin dormir, con hambre y sed, con muchos días sin comer, con frío y sin abrigo. Además de estas y otras cosas, pesa sobre mí la preocupación por todas las Iglesias. ¿Quién vacila que yo no vacile con él? ¿Quién se viene abajo sin que un fuego me devore? Si hay que alabarse, me gloriaré de las ocasiones en las que me sentí débil. El Dios y Padre de Jesús el Señor, ¡bendito sea por todos los siglos!, sabe que no miento". (2Cor 11,22-31),
En la vida, nadie es moneda de oro, y cuando te calumnian y critican, es cuando más debes unirte al Señor, viviendo tu fe con amor y dedicación, invocando al Espíritu Santo y debes seguir adelante pues a quien sirves en tus hermanos es a Jesús: "Nos preocupamos en toda circunstancia de no dar a otro ningún pretexto para criticar nuestra misión; al contrario, de mil maneras demostramos ser auténticos ministros de Dios que lo soportan todo: las persecuciones, las privaciones, las angustias, los azotes, las detenciones, las oposiciones violentas, las fatigas, las noches sin dormir y los días sin comer. Se ve en nosotros pureza de vida, conocimiento, espíritu abierto y bondad, con la actuación del Espíritu Santo y el amor sincero, con las palabras de verdad y con la fuerza de Dios, con las armas de la justicia, tanto para atacar como para defendernos. Unas veces nos honran y otras nos insultan; recibimos tanto críticas como alabanzas; pasamos por mentirosos, aunque decimos la verdad; por desconocidos, aunque nos conocen. Nos dan por muertos, pero vivimos; se suceden los castigos, pero no somos ajusticiados; nos tocan mil penas, y permanecemos alegres. Somos pobres, y enriquecemos a muchos, no tenemos nada, y lo poseemos todo" (2Cor 6,3-10)
Llegó el hermano, oramos juntos, leímos la Palabra y el Señor nos confortó y fortaleció, concluimos con el Salmo 27, con la mano en el corazón:
"El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Amparo de mi vida es el Señor, ¿ante quién temblaré? Cuando los malvados se lanzan contra mí para comer mi carne, ellos, mis enemigos y contrarios, tropiezan y perecen. Si me sitia un ejército contrario, mi corazón no teme, si una guerra estalla contra mí, aún tendré confianza. Una cosa al Señor, sólo le pido, la cosa que yo busco es habitar la casa del Señor mientras dure mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y cuidar de su santuario. Porque él me dará asilo en su cabaña en tiempos de desdicha, me ocultará en el secreto de su tienda, y me alzará sobre la roca. Y ahora mi cabeza se levanta sobre mis enemigos que me cercan. Jubiloso en su carpa ofreceré sacrificios con aclamaciones. Quiero cantar, tocar para el Señor. Señor, oye la voz con que a ti clamo, escucha, por piedad. Mi corazón de ti me habla diciendo: "Procura ver su faz". Es tu rostro, Señor, lo que yo busco, no me escondas tu cara. Con enojo a tu siervo no rechaces; eres tú mi defensa, ¡no me abandones, no me dejes solo, mi Dios y Salvador! Si me abandonaran mi padre y mi madre, me acogería el Señor. Enséñame, Señor, tus caminos, y guíame por sendero llano. Líbrame del afán de mis contrarios, pues contra mí se levantan falsos testigos que lanzan amenazas. La bondad del Señor espero ver en la tierra de los vivientes. Confía en el Señor, ¡ánimo, arriba! espera en el Señor"
Y todos estos días he estado meditando, orando esta Palabra de Dios y mira que grandes obras hace el Señor.
P. Oscaroscarchava@avemariatv.com |