Para San Juan de la Cruz el camino de la fe es necesariamente un camino en la noche. En la noche Dios nos arranca de nuestras cegueras y nos comunica el don de la fe, que nos permite buscarle y responderle. La noche despoja al hombre de toda autocomplacencia, desarraiga en él la convicción de autosuficiencia y lo lleva al descentramiento, a la salida de sí, que hace posible la verdadera experiencia de Dios.
La experiencia desnuda de la fe, vivida en el amor y en la esperanza, es el único camino para el encuentro con Dios. La fe, enseña san Juan de la Cruz, es necesariamente “noche” por tres motivos: porque es “privación” de luz, es decir, de objetos y conceptos que estamos acostumbrados a percibir y entender; porque a través de la fe vivimos una nueva forma de actividad en el conocimiento y en el afecto y, finalmente, por causa de Dios mismo, que como misterio personal y vivo se comunica con inmediatez al hombre. Leer más